Ayer fue uno de mis mejores cumpleaños gracias a unas “personillas” con las que he caminado de la mano durante casi nueve meses: mis alumnos.
Llego a clase un poco tarde porque me han entretenido en el pasillo; todos
dentro; nadie fuera; qué raro. Y tanto. Allí estaban, esperándome con las luces apagadas y una tarta gigante con las velas encendidas y el cántico correspondiente. Alucinada. Sin habla. Feliz. Encienden las luces y…habían organizado una súper fiesta sorpresa. Toda la clase decorada con globos verdes, por supuesto, carteles de felicidades, las pizarras llenas de mensajes de afecto, coca-colas, fantas, chuches y lo mejor: una tarjeta enorme dedicada por todos ellos. Después, una camisa preciosa, un pañuelo “muy yo” y un pintauñas.
En fin. Quizá dentro de un año unas normas absurdas aplicadas a todos los opositores me arrebaten el placer de ser profesora.
Sin embargo, las caras de mis chicos de ayer, sus palabras de agradecimiento, su ilusión, el ¡Mónica, quédate! que corearon me acompañará siempre. Simplemente genial. Simplemente feliz.
Gracias a todos los que me felicitasteis por los distintos medios!! ¡¡Vosotros también sois geniales!
molt xulo
ResponderEliminar¡Que bonito!
ResponderEliminar